A la flor de cempasúchil, también conocida como la flor de los 20 pétalos, de aroma intenso y misterioso, se le identifica comúnmente por su uso en la celebración del Día de Muertos en noviembre, al considerarla como símbolo de vida y muerte.
La flor de cempasúchil aparece a la par de la época de lluvias, entre junio y octubre, por lo que en la víspera de la celebración los terrenos destellan un color amarillo intenso que se unen con los rayos del sol.
Sin embargo, los artesanos y las artesanas del textil en la localidad zapoteca de Teotitlán del Valle, a unos 40 minutos al oriente de la ciudad de Oaxaca, le sacan el máximo provecho pues suelen utilizarla como colorante natural, para teñir la lana, y después hacer prendas.
En las viviendas extendidas como talleres se tiñen hilos con tintes naturales, para ello usan la grana de cochinilla, el añil, el cempasúchil, la cascara de nuez y de granada, las cortezas de los árboles y las hojas, en un proceso natural, sin químicos.
El color amarillo, uno de los básicos en la paleta de colores primarios, se extrae de la flor de muerto, para conseguirlo, la artesana arranca los pétalos marchitos de cempasúchil que adornaron las ofrendas, después los pone a hervir en agua, para conseguir una infusión.
“La flor se recicla. Se aprovechan los pétalos para obtener la tintura, mientras que las ramas y el tallo se regresa a la tierra, como abono, o bien, se le cultiva en el traspatio”, menciona.
Explica que, para conseguir un teñido firme, primero, los hilos de lana y algodón deberán ser tratados o “curarlos” en agua hervida; la textura suave de la lana se logra tras varios días de remojo.
La infusión de cempasúchil se le agrega a los hilos de lana en el cazo donde estuvieron remojados, luego se ponen a secar, y más tarde, se procede a colocarlos en el telar de pedal para tejer: tapetes, lienzos, cobijas, bolsas y gabanes.
La también integrante de la organización Mujeres Unidas de Teotitlán del Valle aprovecha las ventajas del mes de noviembre y les pide a los productores proveerla de flor fresca.
De esta manera, muchas familias se benefician con el trabajo en los talleres de tejedores de tradición zapoteca de Teotitlán de Valle, donde les dan vida a sus creaciones.
Los lienzos de colores están presentes en sus vestimentas, en aplicaciones al cuello, mangas o pecho, lo cual aporta otras combinaciones con los bordados elaborados a mano.
Con la experiencia de los años, y la transmisión de las técnicas ancestrales, la maestra del arte popular se autodefine como defensora de los teñidos naturales.
Sabe que para obtener el color verde y sus variantes se consigue del cempasúchil y añil, mientras que los naranjas y rojos se consiguen de la fusión con la grana de cochinilla.
El juego de colores se consigue de la combinación con infusiones de palo de Brasil, cáscara de coco, granada y encino, que encuentran sentido en el labrado de urdimbre.
Fuente: https://www.ororadio.com.mx/2019/11/flor-de-cempasuchil-de-la-ofrenda-al-textil/